
Despierta y se da cuenta de que su ropa interior aún no está roja. Ella quiere ver sangre. Quiere sentir sus fluidos descender de su cuerpo, quiero verlos liberados. Pero, los colonos de la información se niegan a dejarla explorar sus propias entrañas y la silencian sosteniendo sus ínfulas de superioridad. Pronto su curiosidad quedará enterrada en la ilusión del empoderamiento; esa esperanza que guardaba de mantener su cuerpo sujeto al ciclo natural de la vida y de curarlo con hojas y raíces, será enviada a los confines de los bosques de su conciencia. Su cuerpo sería colonizado por artificios venidos en cápsulas blandas y su ser deambularía alrededor de sentimientos de pérdida.
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