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  • Foto del escritorMaria Fernanda Vizcaino Del Rio

La Periferia de Cartagena de Indias: Popular y Circular.



Las dinámicas de economía popular que nutren y sostienen los barrios periféricos de Cartagena de Indias merecen nuestra atención, así como la dignificación y visibilización de sus prácticas.


Los territorios periféricos de nuestra ciudad han sido históricamente sostenidos por comunidades afrodescendientes e indígenas, a partir de su relación ancestral con estos y a pesar de la creciente amenaza, cada vez más evidente, de modos de urbanización que exterminan estas prácticas y saberes. Estas comunidades han encontrado las formas de resistir en juntanza comunitaria, generando a diario sus propios medios de subsistencia desde la informalidad, con sistemas de creación únicos que guardan en sí un gran entramado de conocimientos autóctonos. Sin embargo, resistir a las opresiones del sistema económico extractivista, capitalista, patriarcal actual, extirpa esperanzas y fragmenta en el largo plazo; es un resistir de largo aliento que puede nublar y deteriorar hasta el propio cuerpo. Entonces, considero que como ciudad tenemos la responsabilidad de tejer, de cuestionar nuestras formas de consumo, y de darnos cuenta de las riquezas que guardan nuestras periferias; y a partir de ese darnos cuenta, arar la tierra y sembrar nuevas formas de ser, de poseer y de construir saberes. Este es mi cuestionamiento diario, la utopía palpable, que me obliga a dejar de mirar al mal llamado Norte como progreso, y a comenzar a mirarme el ombligo para descubrir los saberes de la Tierra que nos parió, y de las personas que la habitan con cuidado.


Así entonces, en un intento por acompañar y darle voz a estas periferias enriquecidas y llenas de oportunidades de crecimiento, uno de mis placeres es descubrir manos locales creadoras de productos y servicios, sentarme a escucharles con atención, comprender sus intereses y necesidades, y si me da el bolsillo, intercambiar dinero por saberes transformados en regalos que llamamos bienes o servicios para la satisfacción de mis necesidades o las de otres. Que poderoso es ese crear, incluso desde la precarización, para satisfacer a otres.


Un ejemplo que me ha atravesado, es el de la señora Maria. Hace unos días volví a su casa, y me encontré con la grata sorpresa de un litro de leche de almendras hecho por ella, por las manos de una mujer Negra del Valle del Cauca, viviendo en el barrio Providencia de esta ciudad. Una pequeña gran unidad productiva que sostiene con amor y mucha dedicación, siguiendo los pasos de nuestra Útera Mayor, de nuestra madre Tierra.


La leche de almendras que fabrica la señora Maria dura 3 días en la nevera - si no se nos va la luz-, a diferencia de las leches de almendra del supermercado que puede durar 1 semana y media. Desde aquí podemos entender que no tiene preservativos, que es la evidencia de lo que desde su oralidad ella expresa cuando dice que el proceso es extenuante. Primero, remoja las almendras, y luego con la ayuda de una pequeña y poderosa licuadora las tritura. Utiliza agua filtrada y hervida para así crear el líquido nutritivo de la leche. Una vez ya lista, la empaca en botellas de vidrio reutilizable que han sido previamente esterilizadas. Cuando vemos la leche a través del empaque de vidrio, y si ha estado sentada por unos minutos, notaremos una capa de grasa natural que se forma arriba. Esto también es un indicador de la calidad de la leche. Y, por si fuera poco, desde su lugar de acción, la señora Maria está aplicando principios cíclicos de producción y consumo, pues quienes regresen con la botella para re-envasar nuevamente el litro de leche, les hace un descuento apreciativo. Este es un principio fundamental de la economía circular, la eliminación de residuos desde la concepción de los productos.



La unidad productiva de la señora Maria es un claro escenario de las posibilidades que tenemos desde las periferias de Cartagena para crear circuitos de consumo responsables, solidarios y circulares, a partir de la generación y el consumo de productos y servicios resultantes de las dinámicas de economía popular, que nos lleven a valorar el conocimiento ancestral de las comunidades de las que somos parte, y que nos encaminen a tejer nuevas formas de satisfacer nuestras necesidades, andando por senderos que se desvinculen del consumo de bienes provenientes de modos de producción que son extractivistas y violentos hacia nuestros territorios naturales, y por consecuencia hacia nuestro primer territorio, nuestras cuerpas.



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